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Kilómetro 40, quien lo diría

Después de salir de San Pedro a las 7am, nos pareció ver en carretera que hacía viento. Lo confirmamos a nuestra llegada a Málaga, por lo que decidimos no salir del coche hasta el ratillo antes de preparar la mochila e ir a calentar: las 08.15h. Había que ir contestando a la vez los últimos sms de ánimo, y sin perder mucho tiempo, controlar al acceso a la pista y posición en el cajón de salida. No fue muy difícil, y todo iba saliendo según lo planeado.

Pum! La salida, y rápidamente encuentro mi sitio en el asfalto, parto solo, dos primeros kilómetros a 3'45", viendo como delante hay un grupo que se va a alejando, y por detrás viene quien iba a ser mi compañero de viaje, Juanma Chica, quien desde el kilómetro 3 ó 4 y hasta el 35 fuimos como dedo al dedo de guante. 

Para no extenderme mucho en esta entrada voy a obviar los parciales kilométricos y demás.

Mi plan de salida era mantener un ritmo de 3'50", pasar la media maratón en torno a 1h22m y desde ahí bien mantener el ritmo, aflojar o apretar, según sensaciones. La estrategia tuvo que haber cambiado al ver el tema del viento por la mañana, pero no lo hice, y el esfuerzo de mantener el ritmo en la primera subida al estadio pesó al final. 

Paso de la media maratón: 1h21m30m, en el mejor de los tiempos previstos; pero aquí empezaba otra carrera. No paraba de visualizar situaciones de entreno, referencias con circuitos por los que he entrenado en las últimas semanas, viéndome donde estaba y a donde tenía que llegar. Funcionaba. Se puede decir que hasta el kilómetro 28 manteníamos un ritmo de 2h45m. Pero aquí, casualmente coincidiendo con el inicio de la vuelta empezaron los problemas: sensaciones de calambres en ambos gemelos. Antes, y nadie lo sabe, me había dado un pequeño tirón en el isquio de la pierna derecha, pero con una rápida automanipulación y sobre todo, no "echarle cuentas" se me fue yendo. Quedamos Juanma, Pedro en bici, mis gemelos y yo. Decidí, sin advertir a nadie, bajar un poco el ritmo y controlar un poco mi zancada y apoyo. Juanma tampoco iba fino, y entre los dos manteniamos la cuerda estirada pues a veces yo y otras él, marchábamos algo distanciado del otro. 

Así llegamos a Calle Alcazabilla, kilómetro 34. Me tocaba a mi marchar delante y cuando vuelvo a mirar Juanma no venía; mala suerte. Si venían otros corredores que rápido me dieron caza. Yo también cacé a otros, lo que me daba la sensación de no ir tan malo. Llegado al kilómetro 36 me adelantó el compañero José Juárez que me invitó a seguirle. No lo hice, correr un kilómetro más rápido me tumbaría, y sacando la calculadora vi que tenía margen para entrar en 2h50, el peor de los tiempos previstos.

Mi carrera ya había terminado, tan solo me quedaba un trote hasta meta, como un descalentamiento tras un entreno de series. Otra visualización de entreno: llegar al coche después del día de los 30km con 10x1000. El empujón final fue el ver a buenos amigos cerca del estadio, escuchar la música y ver las torretas de luz desde lejos. Sin olvidar la compañía y ayuda de Periko durante todo el recorrido.

Entrar a la pista era motivo para apretar, poner buena cara y estirar la zancada, allí escuché un par de "Vamos Toni", y justo al cruzar la meta, dos grandes amigos esperando: Iván y Noelia, parecíamos tontos cuando los tres nos abrazamos habiéndose cumplido mi proyecto que hice también de ellos. Y ya en la grada Celia y mis  padres, también sufridores de esta aventura.